martes, 15 de febrero de 2011

La leyenda de Matam

En el viejo poblado de Matam todas las noches se oye un lobo aullar. Nadie sabe muy bien por qué y todos los viajeros preguntan sorprendidos. Mientras cada noche duermen con la preciosa melodía de sus aullidos. Según los matameños más ancianos cuenta la leyenda que hace años, siglos tal vez, vivía un apuesto joven en la aldea. Desde el momento en que nació ya era extraño, a pesar de su belleza una inexplicable cicatriz surcaba su rostro. Una marca de nacimiento que le acompañaría de por vida. Dice la leyenda que aquél niño siempre estuvo sólo, ninguna chica lo quería pues aunque era apuesto su cicatriz les daba miedo al resto de niños y niñas del poblado. Un buen día llegó al poblado a instalarse una nueva familia. Un matrimonio y su pequeña, desde que el niño la vio quedó prendido de su belleza. Poco a poco el tiempo pasaba y aquel extraño y solitario niño iba enamorándose más y más de la pequeña. De forma inesperada, en la orilla del rio que bordeaba el bosque del poblado, aquella pequeña se encontró al niño. Aquél momento fue inolvidable para ambos. Ella sintió miedo, aun así se acercó. Él se extrañó pero no se movió. Antes de darse cuenta los labios de ambos se hubieron fundido en un cálido beso. En el poblado tímidas miradas, en la noche, tiernos abrazos en la ribera del río. Paseos bajo la luna llena, inundados de luz plateada. Con el paso de los años su furtivo amor crecía, ya no eran simples niños. Al alcanzar la adolescencia a la joven el doctor del poblado le diagnosticó una terrible enfermedad. En cualquier momento dejaría de vivir. Una noche ella no acudió a la cita con su apuesto joven. La mañana siguiente no la vio por el poblado, una comitiva fúnebre se dirigía al cementerio. En el ataúd se encontraba su amada, la única persona que realmente lo conoció. Pasó un año tras la muerte de su amada en el que cada noche la pasaba llorando a la luna que juntos compartieron. Aquella noche las lágrimas del apuesto joven no eran unas lágrimas normales. Esa noche sus lágrimas bañadas por la luz de la luna llena lo transformaron en un precioso lobo grisáceo. Nunca más se volvió a ver al joven en la aldea de Matam, nadie lo echó de menos. Después de aquella noche en la aldea todas las noches, sin faltar una sola, se oye a un lobo aullando a la luna. Cuenta la leyenda que los matameños han pasado de generación en generación, que aquél lobo que cada noche se oye… Encierra el alma de aquél joven que lloraba la pérdida de su amada y que ahora aúlla a la luna en búsqueda de su amor perdido.



**Elfen**




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